Ahora que ya me había logrado convencer de que el tamaño no importa, que aquello de ponerse un calcetín o un trozo de manguera en la entrepierna formaba parte del landismo y que un hombre moderno se había de valer con lo que le había tocado, me encuentro con este anuncio, que sinceramente, me ha descolocado. ¿Qué hace ese hombre con semejante consolador entre las piernas? Tan serio, cruzado de brazos y con cara de que no va con él toda esta historia.
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