MUJERES MISTERIOSAS

Jolanta Umecka, el gélido cuchillo de Polanski

Jolanta Umeckta, gestualización distante, fría como un témpano que parecía hacer explotar en cualquier momento la tensión sexual acumulado por el trio protagonista de El cuchillo en el agua. Su reducida proliferación ante la cámara, no impide que una sóla película valga por toda una filmografía.

Catherine Deneuve, la erotización del celuloide

Catherine Deneuve, musa erótica que en manos de Buñuel, en Belle de jour se convertió en un volcán sexual. Su distancia ante la cámara provocaba una morbosidad sin precedentes en el espectador, convirtiéndolo en el voyeur de sus ocultos instintos primarios.

Rosanna Arquette, la cicatríz como fetiche

Rosanna Arquette, la morbosidad y fetichismo encarnados en cuerpo fragmentado y erosionado por el metal. Si bien Ballard ya había hecho carne el personaje de Gabrielle, en Crash, Cronenberg supo darle luz y despertar la morbosidad por sus heridas, sus aparatos ortopédicos, su cojera…

Kim Novak, el doble misterio de Hitchcock

Kim Novak, el doble cuerpo de Madeleine/Judy ofrecía en Vertigo una de las dualidades más asombrosas. El bien y el mal en clara yuxtaposición, la realidad y la ficción y aquella espiral que hacía caer a James Steward en sus redes.

Patricia Arquette, la obsesión de David Lynch

Patricia Arquette, mujer fatal, el misterio como eje críptico de Carretera perdida. Devedora del personaje de Kim Novak en Vertigo, supo llevarlo más allá y lo erotizó hasta convertir su personaje en objeto de deseo y perdición.