• La perversión de la imagen como disfunción lúdica. Psicotronía, caspismo, nihilismo y puterío fino. Poca cosa más encontrarán en este lar. OTROS BLOGS DE CONDICIONES ADVERSAS enlace_armadas ARMADAS Y PELIGROSAS

    Escuchando

    nacho-vegas-cajas-de-musica1

    Leyendo

    almodovar

    Pegada a la retina

    quimericoinquilino1001

    ¡¡Cómix!!

    No seas finstro y haz como Don Cicuta

    Amor Bizarro

    Sólo para blogueros perturbados

    Atracción en Condiciones Adversas

    Condiciones Adversas al habla

    Asociación Amigos de Condiciones Adversas

«FIRST BLOOD (ACORRALADO)» ELOGIO AL MARGINAL

Ya que últimamente ando bastante liado con tantos proyectos, que se me están empezando a escapar de las manos, y para no cesar la actividad bloguera, he rescatado de mi antigua bitácora, a modo de arqueología binaria, una reseña que escribí defendiendo la vapuleada Acorralado. Disfrútenla (Si les parece). Pronto vuelvo con más artículos inútiles.

«-…Antes podía pilotar un helicóptero y conducir un tanque. Llevaba encima un equipo de un millón de dólares. Ahora no me dan ni un trabajo de lavacoches.»

Sylvester Stallone -John Rambo- En «First Blood» (Acorralado)

Revisar la primera parte de Rambo, 24 años después de su estreno puede aportar varias sorpresas a todo cinéfilo sin prejuicios. En primer lugar nos daremos cuenta de que Stallone creó a su primer antihéroe, un personaje marginal, engañado y estafado por un país por el que se había jugado la vida. John Rambo, golpea con todas sus fuerzas al sueño americano, consiguiendo crear la antítesis de Rocky Balboa, el otro alter ego de Stallone donde demostraba que con trabajo y tesón, cualquier chaval de un barrio marginal, puede llegar a lo más alto.

Lo que llegó más tarde fue puro divertimento, apologías filofascistas a la violencia y al rancio
patriotismo americano. Se explotó el filón hasta desecarlo y la caída del muro, obligó a las productoras a buscar otros enemigos para sus héroes de acción más allá del «demonio comunista» que amenazaba la libertad USA. A pesar de ello, hoy, recuperar las secuelas de «First Blood» pueden llegar a tener su gracia, ver a John Rambo luchando contra los rusos y al lado de los talibanes, viendo como ha cambiado el mapa geopolítico mundial resulta tronchante.

«First Blood», al contrario que sus secuelas, utilizaba la violencia como medio, no como fin. Stallone en 1982 aún no era el testosterónico héroe de acción que eclipsaría a toda una generación de palomiteros y aún tenía más cerebro que músculo, lo cual le sirvió para crear a un personaje oscuro, un buen hombre obligado a perpetrar sus actos como respuesta al rechazo del sistema y a reivindicar su condición de la misma manera que la sociedad le había enseñado. En los USA no quedaba sitio para los
monstruos que habían engendrado y era preciso ocultarlos o eliminarlos y en esta ocasión el monstruo se ha escapado de las manos al sistema y sólo podrá ser retenido si se le devuelve al útero donde fue creado. El ejército es su vida a la vez que su frustración, pero tan sólo bajo las normas castrenses puede el individuo encontrar la libertad que no le concede el exterior, creando una suculenta paradoja de la ambigua libertad norteamericana. A pesar de todo esto, tampoco tenemos que engañarnos «First Blood» es un film de acción, no de denuncia, pero a pesar de ello el mensaje de denuncia queda latente durante todo el metraje.

La recuperación hoy de «First Blood» supone desprendernos de falsos estereotipos sedimentados con el tiempo y enfrentarnos a un film indispensable para entender la cinematografía USA de los 80. Bebiendo de las influencias de la también comentada en este blog «Deliverance», donde a diferencia del film de Boorman, John Rambo es el reverso del «hombre de ciudad» obligado a sobrevivir en condiciones abruptas, que interpretaba Burt Reynolds. Rambo demuestra ser un aliado de la naturaleza, este es su medio, el único en el que puede confiar ya que sus leyes son claras y no traicionan. Otra fuente de inspiración para este film es sin lugar a dudas la gran obra de la Guerra del Vietnam que realizó Michael Cimino en 1978, «El cazador» donde también se retrataba el difícil regreso y reinserción de quienes habían marchado a defender unos valores que ya habían quedado obsoletos en su país de origen.

Este es el efecto que me ha producido la reciente revisión de este «First Blood». Hagan lo mismo y olvídense de sus infumables secuelas, comprobarán hasta que punto se puede llegar a marginar injustamente una buena película.

DELIVERANCE. EL HOMBRE CONTRA EL MEDIO

En 1972, el británico John Boorman rodaba una de sus primeras películas con capital norteamericano. Decidió apostar fuerte y llevar al cine una novela de James Dickey, en la que cuatro prepotentes habitantes de la gran ciudad, tenían que lidiarse contra unos temibles lugareños de la América profunda.

Los años 70, fueron una época dorada para el cine, en la que era posible llevar a la gran pantalla cualquier guión que pudiese explicar algo interesante, sin que productores o moralistas pudiesen impedirlo, así que el resultado de aquella apuesta terminó por llamarse “Deliverance”, en España estrenada “Defensa” en la que el mismo Dickey firmó el guión a más de hacer un pequeño cameo y es sin lugar a dudas, la mejor película de Boorman y una auténtica obra de culto.

El director británico, sumerge al espectar en un torbellino de violencia sin igual. Los cuatro protagonistas de la historia liderados por Burt Reynolds (quien diga que Reynolds no es un buen actor es por que no ha visto esta película) y Jon Voight deciden pasar un plácido fin de semana en los bosques Apalaches, para dedicarse a la pesca en canoa. Todo se complica cuando su prepotencia de hombres de ciudad choca con los habitantes de la zona rural. Uno de los cuatro excursionistas es brutalmente violado y vejado por los montañeses, y a partir de ese momento la huida para conseguir salvar la vida será el único fin de su fatídica aventura.

Podríamos interpretar la película como el típico film de acción en el que los malos persiguen a los buenos, haciéndoles pasar las de Caín, pero Boorman decide llevar más lejos el planteamiento inicial. Nos hace reflexionar en el eterno enfrentamiento entre la tradición y el progreso, la ciudad y la zona rural. La idílica zona en la que deciden pasar el fin de semana pescando los cuatro amigos, será pronto sumergida bajo las aguas de un pantano. Los habitantes de la zona, consideran a los domingueros como invasores, decidiendo arremeter contra ellos y hacerles servir de cabezas de turco contra quienes provocarán la desaparición de su hábitat de vida.

La huida no sólo se verá complicada por la persecución del cazador ávido de venganza, sino por otro enemigo quizás mayor y con el que en un principio contaban cómo aliado, la naturaleza, el pasaje otrora idílico, acabará por convertirse en un enemigo mortal.

La filmografía de Boorman, ha estado salpicada en varias ocasiones por películas en las que la selva o la naturaleza adquieren un gran protagonismo “La selva Esmeralda”, marcada por un militante espíritu naturalista o “Regreso a Rangún” ambas sin llegar al nivel de calidad de “Deliverance” pero de necesaria visión pese a las malas críticas que recibieron en el momento de su estreno, al igual que merece ser revisitada –nunca me cansaré de reivindicarla- “El Exorcista II – El Hereje”, segunda parte de la saga iniciada por William Friedkin, en la que Boorman decidió salirse por la tangente y no hacer una segunda parte al uso, sino un film que se distanciaba de la obra original, consiguiendo momentos de gran tensión, a pesar de moverse por un guión pantanoso en el que se podía perder hasta el espectador más atento.

Debido al éxito de “Deliverance”, que fue nominada a tres Oscars, (película, guión y montaje), y su final abierto, apareció una segunda parte, que en España se estrenó con más pena que gloria directamente en video y ante la cual no merece la pena ni acercarse.