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JG BALLARD, EL ENIGMA DISTÓPICO

Eduardo Mendoza comentaba en una ocasión, que durante su infancia tuvo la suerte de acompañar a su padre a tantos acontecimientos culturales como le fueron posibles. Así que el pequeño Eduardo tuvo acceso a importantes exposiciones, artistas o músicos a los que le hubiese sido prácticamente imposible conocer en una edad más tardía, ya que algunos de ellos ya harían muerto o aparcado las tablas.

 Al igual que el padre de Eduardo Mendoza, intento darles a mis hijos esta primaria gestación cultural, y les hago acompañarme a museos o a cualquier acontecimiento, a priori considerado para adultos, y de los que seguramente no recordarán por su joven edad con el paso del tiempo, pero interpretarán un museo como un lugar común y próximo, al que acercarse cuando adquieran su propia independencia, ya que será familiar para ellos, al haber crecido entre sus paredes.

 Siguiendo esta norma, me he acercado junto con M. al CCCB para ver la exposición que  bajo el nombre de La autopsia del nuevo milenio le han dedicado a JG Ballard. Yo he salido fascinado de la exposición, con ganas de releer a Ballard y reafirmándome en la idea de verlo como uno de los autores fundamentales de la CI-FI, de la segunda mitad del S. XX, como el maestro de la distopía que vista en el retrovisor del tiempo se me antoja como una sólida realidad, el artesano del sexo y el metal, de lo orgánico y lo tecnológico…

 A M. le encantaron los anuncios de películas ballarianas, alucinó con Dark Star o El hombre que cayó a la Tierra, aunque yo no encontré sentido a ubicar Barbarella entre las obras que se han visto inspiradas por la obra de Ballard, a la vez que eché en falta (sólo son pequeñas pegas para pulir una exposición perfecta de por sí) la aportación que la obra de Ballard ha podido tener en otras artes como la música (Joy Division…) o el cómic (Ran Xerox, buena parte de la obra de Miguel Ángel Martín…).

 A la salida del museo, M. tenía hambre, pero había conocido a Ballard, quizás su nombre no lo retendrá en la mente, pero se envolvió de él, y de alguna manera, su obra le será próxima en el futuro. Y al igual que el joven Ballard en El Imperio del Sol M. aprendió una nueva palabra: «Bomba Atómica».